enero 30, 2011

Capítulo 2




2

Nick



Hoy iba a conocer a Bea. La chica de la que Peter llevaba meses hablándome. La chica que había estado rondando por mi cabeza. La chica a la que yo le había escogido la casa, la decoración, el armario. La chica que ahora vivía en la casa de al lado. Una chica que es mi mayor fan.
     Son las 6:45pm. Llevo vestido más de media hora. Estoy súper nervioso. Llevo unos vaqueros, una camiseta blanca de pico, una chaqueta marrón de cuero, unos zapatos marrones y mis típicos colgantes.
     Joe entra a mi habitación, y se queda mirándome.
     - ¿Nervioso?
     - Para nada.
     - ¿Por qué estás nervioso, Nick?
     - ¡Qué no estoy nervioso!
     - Mientes.
     - Bueno, ¿y qué?
     - ¡Nick está nervioso! – Joe cantaba burlándose de mí.
     - ¿Cuántos años tienes? ¿Doce? ¿Seis? No. No llegas ni a dos.
     - Yo sé admitir que estoy nervioso.
     - Bueno, sí, está bien: estoy muy nervioso. No me preguntes por qué porque no lo sé ni yo. No sé lo que tiene esa chica, que ni si quiera conozco, que me tiene así de alterado. Llevo literalmente contando los días para conocerla. No puedo esperar más.
     - Yo ya sé por qué es.
     - ¿Por qué?
     - Ah, - Joe suspiró – Nick, Nick, Nick, Nick. Hermano. Compañero. Amigo. Todos dicen que eres el más inteligente, cosa que no niego, pero a veces eres muy poco espabilado. A medida que vayas conociendo a esa chica te darás cuenta. Yo ahora me tengo que ir. Te deseo lo mejor esta tarde. – Joe me dio una palmada en la espalda, me sonrió y se fue.
     Yo me quedé pensativo. Joe siempre tiene las ideas más locas. Creo que sé lo que insinúa, pero no sé si estará en lo cierto. Esa chica tiene algo especial, seguro, sólo falta conocerla.

     7:00pm. Suena el timbre. Es Peter. Le abro la puerta y nos vamos a casa de Bea, que es la casa que está al lado de la mía. Durante el trayecto le pregunté a Peter cosas sobre ella, pero me dijo que si quería conocerla que la llevara a dar una vuelta. Y eso haré. Ya estamos en la puerta. Son las 7:03pm. Tocamos al timbre y Dorota abre la puerta. Y la vi. La vi en persona por primera vez, y una sonrisa nació de mi cara. Era guapísima.
     - Bueno Bea – dijo Peter, y señalándome a mí dijo – aquí está tu sorpresa.
     - Encantado de conocerte Bea. – Le estreché la mano y le sonreí
     - ¡Guau! Es un placer enorme conocerte. Soy una gran fan tuya – Bea me sonrió. Noté que ella estaba muy nerviosa y entusiasmada por conocerme. Lo que ella no sabía era que yo estaba exactamente igual. – Bueno, ¿no queréis pasar y tomaros algo?
     - En realidad yo había pensado invitarte a dar una vuelta para conocernos y que vieras un poco de Los Ángeles, que creo que no has visto nada todavía, ¿me equivoco?
    - No, no te equivocas.
    - Bueno pues yo vivo en la casa de al lado, así que si me lo permites voy a por mi coche y te recojo en dos minutos, ¿vale?
    - Oh, no hace falta. Puedo ir yo misma, no hace falta que vayas y vuelvas.
    - Ni hablar, te vendré a recoger. Es lo mínimo.
    Bea me sonrió, y quedé en recogerla en unos minutos. Nos despedimos y en el trayecto hacia mi casa estaba entusiasmado. Iba a estar a solas con ella. No podía esperar más. Quería saber todo de ella: sus aficiones, sus gustos, su historia, sus manías, sus gestos, lo que no le gustaba… Todo. Lo quería saber absolutamente todo.
     Llegué a mi casa, cogí las llaves del coche y fui a recoger a Bea en coche. No tardé nada en llegar. Una vez dentro de la parcela, toqué al timbre y ahí estaba otra vez.
     - ¿Lista?
     - Sí. – me dedicó una sonrisa.
     La guié hacia el coche y le abrí la puerta del asiento de copiloto. Una vez dentro la cerré. Me dio las gracias y me volvió a sonreír. Me encantaba su sonrisa. Era muy dulce. Sabía que un futuro, cuando viera esa sonrisa me animaría. Una sonrisa llena de esperanza, de ambiciones, de entusiasmo, de dulzura, de amor. Rodeé el coche y me senté en el asiento de conductor. Arranqué en coche y la miré. Cada vez que la miraba más me convencía de lo guapa que era, y de que escondía algo especial. Empecé a conducir.
     - ¿Dónde te gustaría ir?
     - No lo sé, donde quieras.
     - ¿Qué te parece si vamos a Sunset Boulevard, damos un paso por el paseo de la fama y luego nos vamos a cenar? Todo el mundo que viene por primera vez a LA quiere ir a verlo. ¿Lo conoces?
     - Me parece bien, sólo lo he visto en fotos. –Bea se rió y yo hice lo mismo.
     - Bueno, cuéntame algo de ti.
     - ¿Algo sobre mí?
     - Sí, quiero conocerte.
     - Dime qué quieres saber. – Me guiñó un ojo.
     - Todo, absolutamente todo. – Le mantuve la mirada hasta que ella la apartó. Noté cómo se sonrojaba.
     - Veamos. Me llamo Bea, Bea Gómez-Angulo Muñoz. Nací el dieciséis de septiembre de 1995.
     - ¡Eh, cómo yo!
     - Lo sé. – Bea se rio de nuevo, y yo le sonreí. Me gustaba que supiera cosas sobre mí. - Bueno, tengo una hermana pequeña, y un perro. Y el resto lo conocerás poco a poco.
     - Venga ya, cuéntame más.
     - Mm…. ¡No! Te toca a ti.
     - Veamos. Me llamo Nick, Nick Jonas. Nací el dieciséis de septiembre de 1992. Tengo un hermano pequeño y dos mayores, y un perro.
     - Interesante.
     - Ya lo sabías.
     - Sí. – Los dos estallamos en carcajadas.
     - Quiero conocerte Bea. Espero que con el tiempo conozca todo de ti, y tú de mí.
     - Trato hecho.
     - Voy a poner la radio. – Encendí la radio y empezó a sonar la canción Fireflies, de Owl City.
     - Eh, me gusta mucho esta canción. ‘’You would not believe your eyes, if ten million fireflies light up the world as I fall asleep’’. – Los dos la cantamos a la vez. De repente la expresión de Bea cambió radicalmente.
     - ¿Estás bien?
     - Sí, sí, sí. ¿Por qué?
     - Cuéntame que te pasa.
     - Nada, que me acabo de dar cuenta de dónde estoy y de lo que me está pasando. – La miré con una expresión de no entender por qué me decía eso, y ella captó perfectamente lo que quería decir esa mirada, así que me explicó lo que quería decir. – Estoy en LA, en el coche de Nick Jonas, cantando juntos. Y éste es sólo mi primer día. Es que no me lo puedo creer.
     - ¿Y qué me dices de mi situación? Llevo varios años aquí, y nunca había conocido a alguien como tú. Y ahora estamos aquí juntos, en mi coche, llevándote a dar una vuelta y cantando. Yo sí que no me lo creo.
     - Venga ya, tú eres una estrella reconocida internacionalmente. Te han pasado cosas más alucinantes que estar conmigo en un coche.
     - Te aseguro que no.
     - No te creo.
     Aproveché un semáforo para mirarla a los ojos.
     - Créeme, jamás había estado con una persona como tú. Todavía no te conozco, pero sé que eres especial. Sé que llegarás muy lejos. Soy yo quien debería de estar incrédulo, y de hecho, lo estoy. Más de lo que puedas imaginar. Y debes creerme.
     Verde.
     - Vaya Nick, muchas gracias. – Y me volvió a regalar otra de sus maravillosas sonrisas.

     Llegamos a Sunset Boulevard. Me bajé del coche y de nuevo lo rodeé para abrirle la puerta a Bea. Me gusta ser un caballero. Anduvimos viendo las estrellas, y me encantaba ver cómo se iba parando para leer el nombre. Y en las que le gustaban mucho yo le hacía una fotografía. También nos hicimos varias juntos.
     - Algún día tendrás tu estrella aquí.
     - Ojalá. Pero primero la tendréis tú y tus hermanos.
     - ¿Te las imaginas juntas?
     - Un sueño cumplido.
     Nos sonreímos y le pasé el brazo por encima del hombro. Anduvimos un rato así. En silencio. Recordé la charla con Joe esta mañana. Tenía razón. Bea me está empezando a gustar. Lo noto, porque cuando estoy con alguien que me gusta el corazón me late muy deprisa, y así está ahora mismo.
     - ¿Vamos a cenar?
     - En realidad preferiría que cogiéramos algo para llevar, y si quieres nos lo tomamos en mi casa. Estoy muy cansada.
     - Claro, lo que quieras. ¿Te apetece pizza?
     - Está bien.
     Llegamos a un restaurante de italiano y después de mirar el menú pedimos. Los dos queríamos lo mismo: pizza de cuatro quesos y Coca-Cola zero. Así que pedimos una pizza mediana y dos latas. Volvimos al coche y pusimos rumbo a casa de Bea.
     - Hay una cosa que no te he dicho.
     - Dime.
     - Es una sorpresa.
     - ¿Otra?
     - Sí. ¿Te gustó tu casa? ¿Y el armario? Es decir, la ropa que tenía.
     - Sí, un montón. ¿Por qué?
     - Porque llevo los últimos cuatro meses haciendo planos de casas y comprando ropa para chica.
     - ¡No me digas que todo lo hiciste tú!
     - Bueno pues no te lo digo.
     - ¡Esto sí que es una sorpresa! ¡No me lo puedo creer! Eres el mejor de verdad.
     - Me alegra oír eso. – nos sonreímos mutuamente.

     Llegamos a casa de Bea. Dorota ya se había ido. Había una nota de Peter:

Bea, mañana tienes la mañana libre. Puedes hacer lo que quieras. Pero por la tarde tienes reunión con la discográfica. Pasaré por ti a las 5:30pm. Dorota no duerme allí. Pero tranquila, hay un guardia de seguridad revisando cada entrada y salida a tu casa, así que estás segura. No tienes nada de qué preocuparte. Buenas noches’’

     - Bien, estaba preocupada por ese tema.
     - ¿Cenamos? Hay que calentar la pizza. Yo lo haré.
     Fui a la cocina y calenté la pizza, mientras que Bea ponía la mesa. Llevé la pizza a la mesa. Separé una silla de la mesa y le hice un gesto con la cabeza para que se sentara. Bea me sonrió y sentó, y yo le acerqué a la mesa.
     - Gracias.
     Yo también tomé asiento, al lado de Bea, y empezamos a cenar.
     - Bea, ¿tienes twitter?
     - Sí, yo te sigo. – Bea rió.
     - Dime como es y cuando llegue a mi casa te seguiré.
     - ¿De verdad?
     - Pues claro.
     - Es mi nombre.
     - Ja, ja, vale. Te buscaré esta noche.
     Bea me sonrió y seguimos cenando. Eran ya las once de la noche, y Bea parecía estar cansada. Así que intente cenar lo más rápido para dejar que se durmiera, aunque lo que menos quería hacer ahora mismo era dejarla sola.
     Terminamos la pizza, y yo me ofrecí a recoger la mesa.
     - Bueno Bea, me voy a tener que ir ya.
     - Gracias, por este día, Nick. Me lo he pasado muy bien.
     - No hay de qué. Me alegra haberte conocido.
     Bea me acompañó a la puerta.
     - ¿Te apetece que mañana hagamos algo? Como tienes la mañana libre…
     - Vale, por mi bien.
     - ¿Qué te parece si probamos la piscina?
     - Está bien. Te veo a las once. – me sonrió
     - Seré puntual.
     - Bien. Bueno… buenas noches.
     - Que descanses. – me quedé momentáneamente parado, pero al final me decidí. Me acerqué lentamente y le di un beso en la mejilla. Ella me sonrió. – Hasta mañana, Bea. – Me volvió a sonreír y cerró la puerta. Me quedé como un tonto en su puerta con una sonrisa en la cara. Pasados unos treinta segundos me decidí y me fui hasta mi coche. Arranqué y conduje hasta mi casa, no sin antes comprobar que todo estaba cerrado. No quería que Bea estuviera en peligro bajo ningún concepto. Llegué, aparqué el coche y entré en mi casa. Saludé a mi madre que estaba viendo la televisión en el salón con un beso y subí a mi habitación. Dejé mis cosas y entré al baño. Me tomé una ducha y me puse el pijama. Volví a mi cuarto y encendí el ordenador. Conecté mi Iphone y pasé todas las fotos que nos habíamos hecho. Que bonitas eran. Las metí todas en un pen-drive para llevárselas mañana Bea. Abrí Twitter y busqué su nombre. Ahí estaba. Le di a seguir. Empecé a escribir un nuevo tweet: ‘’Día increíble con una chica increíble. Gracias, - introduje aquí su nombre de usuario -, por ser como eres. Mañana nos vemos, buenas noches’’. Y adjunté una de nuestras fotos de esta tarde, la más bonita de todas. Y justo en ese momento me di cuenta de que no le había pedido su número de teléfono. Mañana se lo pediré.
     Y de repente me llega una respuesta al tweet anterior. Era de Bea. Decía: ‘’Vaya día que hemos pasado juntos. Esa foto me encanta. No puedo esperar a vernos mañana. Descansa. – y escribió una carita sonriente.
     Contesté algunos tweets de fans y apagué el ordenador. Me acosté, y me dormí pensando en Bea.

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